Si quieres crecer en fe; lee de fe, escucha de fe, habla de fe y comenzarás a vivir en fe

Pintura que representa a la mujer del pasaje bíblico de Marcos 5:25-34 arrodillada, tocando el manto de Jesús con fe, mientras lo mira con esperanza. Escena cálida, con tonos terrosos, que simboliza el poder de una fe que transforma.
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Siete Características de la Fe que Transforma Vidas

“Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.» – Marcos 5:34

¿Alguna vez has sentido que ya no te queda nada por intentar? ¿Que has agotado tus fuerzas, tus recursos, tus opciones? En ese punto exacto de desesperanza nació la fe de una mujer que había sufrido por doce años. Su historia, relatada en Marcos 5:25-34, es más que un milagro físico: es una lección eterna sobre el tipo de fe que salva y transforma vidas.

Hoy quiero compartir contigo las siete características de esa fe viva, una fe que no se queda en palabras ni emociones, sino que produce fruto, sanidad, paz… y salvación.

1. Una fe nacida del desengaño

“Había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado…”
— Marcos 5:26

La mujer estaba agotada, física y emocionalmente. Todo lo había intentado y todo le había fallado. Y sin embargo, en ese fondo de desilusión, nació una fe auténtica. Así obra Dios muchas veces: usa nuestro vacío para mostrarnos el único camino que llena de verdad.

2. Una fe reflexiva

“Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.”
— Marcos 5:28

Esta mujer no actuó impulsivamente. Había escuchado de Jesús, había visto lo que hacía… y razonó: “Él también puede hacerlo conmigo.” Su fe fue sencilla pero pensante. Fue lógica en su esperanza. Y eso basta cuando se trata de creer en el Salvador.

3. Una fe dinámica y resuelta

“Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud…”
— Marcos 5:27

Pudo quedarse esperando. Pudo desanimarse por la multitud. Pero no lo hizo. Su fe la movió a actuar, a vencer el miedo, la vergüenza y los obstáculos. La fe que no se traduce en acción, no es fe verdadera. Y ella lo supo.

4. Una fe que establece contacto con Cristo

“…y tocó su manto.”
— Marcos 5:27

No fue un contacto casual, fue intencional. No fue superstición, fue una convicción profunda. La fe que salva no es una idea vaga sobre Dios: es una conexión real y personal con Jesús. Puedes estar cerca de la iglesia, de la Biblia, de la gente de fe… pero si no tocas a Cristo, no hay poder que fluya.

5. Una fe sincera

“Y le dijo toda la verdad.”
— Marcos 5:33

Cristo no busca perfección, busca sinceridad. Ella no ocultó nada. Le contó su historia, su dolor, su decisión. Cuando confesamos con honestidad, el Señor responde con compasión.

6. Una fe confesada en público

“Vino y se postró delante de él.”
— Marcos 5:33

Aunque temblaba, no se escondió. Jesús la animó a dar testimonio. Porque cuando declaramos públicamente lo que Él ha hecho, honramos su nombre, edificamos nuestra fe y alentamos a otros.

7. Una fe premiada

“Hija, tu fe te ha hecho salva.”
— Marcos 5:34

El resultado no fue solo físico. Jesús le dio salvación, paz y sanidad. La fe verdadera siempre trae fruto. Hoy, el mismo Jesús sigue recompensando la fe viva que lo busca con todo el corazón.

Que tu fe también se mueva

La historia de esta mujer no solo nos conmueve; nos muestra que la fe verdadera abre el corazón de Dios y nos conecta con su poder transformador. Eso mismo exploro en Fe: La Llave del Corazón de Dios: cómo una fe sencilla, sincera y activa nos lleva a experimentar lo que antes parecía imposible.

Si este artículo te tocó, te invito a profundizar en el libro. Porque no se trata de tener mucha fe, sino de tener la fe correcta. Esa que toca a Jesús… y lo mueve.